miércoles, 14 de diciembre de 2011

la mano


Un Editorial del periódico hablaba de una maestra que le pidió a sus alumnos de primer año de  primaria que hicieran un dibujo de algo por lo cual estuvieran agradecidos.
Pensó en cuán poco tendrían que estar agradecidos estos niños de barrios pobres,  pero sabía que la mayoría de ellos dibujaría pavos o mesas de comida.  La maestra quedó desconcertada con el dibujo que Douglas le entregó.... Una simple mano infantilmente dibujada.  Pero... ¿la mano de quien? La clase quedó cautivada por la imagen abstracta. “Creo que debe ser  la mano de Dios que nos da la comida”, dijo un niño. “Un granjero” sugirió otro, “porque él creía pavos”.
Finalmente, cuando los otros niños estaban trabajando, la maestra se acercó al pupitre  de Douglas y le preguntó de quien era la mano. Es su mano, maestra, balbuceó.
Ella recordó que, frecuentemente, en el recreo había llevado de la mano a Douglas, un niño bajito y solitario.  A menudo hacia eso con los niños,  pero para Douglas significaba mucho.  Quizás en esto consistió la acción de gracias de todos,  no por las cosas materiales que se nos dan, sino por la oportunidad,  por pequeñas que sea,  de dar a otros.

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